lunes, 11 de junio de 2012

Un juguete en sus manos (Parte 2/2)

Mis gritos cada vez eran menos imperativos y más suplicantes. La posición no era del todo incomoda. Mis piernas habían quedado ligeramente entreabiertas y los brazos en alto pero no me gustaba sentirme indefensa. Aquella no era mi idea de una fiesta sexual entre los cuatro.

Los tres se han subido a la cama. Los dos chicos a ambos lados de ella. Han empezado a besarse. Ella va girando la cabeza de boca en boca. Primero a la boca de su chico, después a la del atractivo acompañante. Anudando sus lenguas, intercambiando sus salivas. Sus miradas son lascivas. Yo seguía suplicando que me soltaran. Mi mente no dejaba de pensar en lo estupida que había sido. Mi coño, en cambio, comenzaba a latirme con fuerza.

Las hábiles manos de los chicos no han tardado en dejarla en ropa interior. Lleva un conjunto de color violeta claro. Sus pezones se marcan en el sujetador. La mancha oscura en su tanga delata lo excitada que esta. Desde atrás su chico desabrocha el sujetador. Su acompañante disfruta de la preciosa vista de sus tetas. Sus pezones son grandes y de un tono marrón oscuro. Se ven completamente duros. El se agacha ligeramente y comienza a lamerlos, succionarlos y mordisquearlos. Su chico mientras tanto la besa en cuello. Ella suspira de placer. Y me mira. ¡La muy hija de puta no deja de mirarme! Con sus ojos brillantes por el deseo observa como intento soltarme de las cuerdas y como mi coño empieza a empapar mis muslos. Se sonríe.

Poco a poco los chicos se van desnudando. Me muestran sus cuerpos atléticos y sudorosos sin ni siquiera mirarme. Solo le prestan atención a ella, ningún caso a mis ruegos y suplicas cada vez mas mitigados por la desesperación. Se quedan completamente desnudos, sus pollas erectas, sus respiraciones agitadas. Noto como las gotas de mi flujo resbalan por mis piernas. ¡Dios, necesito al menos tocarme!

Se lo suplico. Se ríen. Comentan lo cachonda que estoy y lo perra y zorra que se me ve. Vuelvo a enfurecerme. Los maldigo. Los insulto. Eso parece excitarlos más. Mi coño sigue latiendo con fuerza.

Ella se deja despojar de las bragas. Tiene el coño completamente depilado y se ve brillante y abierto. Se tumba en la cama y comienza a mamarles sus vergas empalmadas. Las pone una junto a la otra. Las recorre con la lengua. Las separa solo para introducírselas hasta el fondo de su garganta para volverlas a sacar brillantes y más tensas. Ellos jadean, disfrutan, se excitan, me miran. ¡Hijos de puta dejar de mirarme y soltarme! Se sonríen. Se miran. Dicen cosas soeces sobre mi. Se jactan de ver como mi coño gotea al suelo. Me siento utilizada, usada. Y tremendamente cachonda.

Ella se arrodilla en la cama entreabriendo sus piernas. Se introduce la polla de su chico en la boca y comienza a mamarla con ansia. Su acompañante se agacha y mete la cabeza entre sus piernas pasando su lengua por toda la humedad de su coño. Ella suspira sin dejar de tragarse la polla de su chico. ¡Los odio! ¡Me oyen cerdos! ¡Los odio!

Se que me oyen pero no me hacen caso. Ella estalla en un orgasmo en la boca del chico. Sale de debajo de ella con la cara brillante. Empapada en flujos blanquecinos. Ella se gira y se dedica a recompensarle. Le lame la cara, se la limpia de flujos y con los labios brillantes y mirada lujuriosa se abalanza sobre su polla y la devora. El gime con fuerza. Oigo sus gritos de placer y aunque aprieto mis ojos para no verlo sus jadeos hacen que me ponga más cachonda y mi coño me ruegue que lo acaricie. ¡Por favor soltarme una mano para que pueda masturbarme! Les suplico.

Vuelven a insultarme. Vuelven a decir cosas soeces y lascivas sobre mí. Vuelven a hablar de lo cachonda y cerda que soy. Esta vez no les insulto. Tienen razón. Estoy cachonda como una perra y necesito al menos masturbarme. Pero no hacen caso a mis suplicas y siguen follándose.

El chico de mi amiga aprovecha la postura de su chica para penetrarla desde atrás. Inserta su polla en su coño mojado y agarrado a su cintura empuja con sus caderas haciéndola tragar la polla de su acompañante. Les oigo jadear. Abro los ojos casi inconscientemente. Los veo follar y mi coño no lo resiste más. Ante la falta de mis caricias estalla él solo en un tremendo orgasmo que me hace gritar de placer.

Uno de los chicos dilata el culo de ella con los dedos. La preparan para penetrarla los dos a la vez. Con los dedos y la humedad de su coño no tardan en dilatarlo y dejarlo preparado. Uno de ellos se tumba en la cama. Ella despacio se va sentando sobre él. Me dejan ver como su polla la va invadiendo lentamente su precioso culo mientras noto como mi orgasmo resbala por mis muslos. Lentamente, entre fuertes gemidos de placer, su culo se traga por completo aquella brillante polla. Se deja caer hacia atrás y el aprovecha para sujetarse a sus pezones. Su chico toma posición. Lentamente. Dejándola disfrutar de cada centímetro de sexo que la penetra va llenando su coño. Después se apoya en sus brazos y comienza a mover rítmicamente las caderas. Veo como la folla. ¡POR DIOS, POR DIOS, SOLTARME!

Gritan, jadean. La oigo a ella pedir que no paren. Ellos suspiran y se tensan. La oigo gritar a ella que va a correrse. ¡Me corro, me corro! Grita la muy cerda. Mi coño vuelve a latirme. Me sangran un poco los labios de tanto mordisqueármelos. Ella estalla de placer. Poco a poco sus pollas la van abandonando.

Salen chorreantes, tensas, duras, con las venas completamente marcadas. Pienso que ojala vengan a donde mi a correrse. Deseo ser manchada con sus corridas. Pero esta vez me cayo mis suplicas. Se que si lo pido no me lo darán. Así al menos tengo una posibilidad. Deseo que sean clementes conmigo.

Les veo satisfecha levantarse de la cama. Mi coño late de alegría al ver como se alejan de ella y se acercan a mí. Pronto la alegría se convierte en desesperación.

Se detienen. Me miran. Se siguen masturbándose mirando mi cuerpo excitado. Observando mis muslos marcados de flujos blanquecinos que empiezan a secarse. Con la mirada fija en mi coño que late con vida propia. Deseo que se corran. Que me ensucien. Pero los muy cabrones se giran y vuelven a la cama, con sus vergas mas tiesas todavía, donde ella les espera. ¡Hijos de puta, soltarme!

Ella abre su boca. Ellos se masturban duro. Apuntan a su cara. La maldigo cuando sus corridas la inundan y su leche llena su boca. Ella se relame. Los limpia. Se sientan un rato en la cama a observarme con sus miradas lascivas y divertidas. Me miran y le comentan a ella que tenia razón. Que yo era la perfecta para su juego. Lentamente los tres se visten.

Se acercan a mí y me desatan. Quiero pegarles, insultarles, maldecirles, obligarles a volverse a desnudar y que me follen. Pero no lo hago. Seria humillarme. Recojo mi ropa del pasillo y me visto y salgo de la casa. Cierran la puerta tras de mi.

Entro en el ascensor. Son siete pisos. Pulso el botón de parada. Descontrolada me subo el vestido y aparto mis bragas. Me meto los dedos hasta el fondo de mi coño y me masturbo con rabia.

¡HIJOS DE PUTA AHORA NO PODEIS HACER NADA PARA EVITARLO! Grito en el momento que alcanzo un orgasmo bestial que me hace temblar las piernas.

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